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jueves, octubre 19, 2006

Un Buen momento para el Recuerdo (Parte VII)

Soledad y Guarany, a Luna lleno
Cruce de generaciones con clima de festival folklórico
Cuando Soledad recién aparecía como el nuevo fenómeno popular de la música folklórica Horacio Guarany se apresuró en adoptarla como una hija dilecta y no se cansó de erigirla en una de sus herederas cuando su carrera como cantor se encontraba en declinación. Guarany no es el mismo que hace pocos años en los festivales, y con su sola presencia, generaba una excitación inexplicable entre sus seguidores. Para Soledad, que se mantiene con un gran nivel de convocatoria, es devolverle a su maestro todo lo que aprendió de él.
El espectáculo conjunto que se realizó por única vez en el estadio Luna Park fue un homenaje al cantor, de 78 años. El estadio completo, imbuido en un clima festivalero, mostraba a un público repartido entre los seguidores de Guarany, que no son los mismos que lo acompañaban en los años 60 y 70 tras su cambio ideológico a la derecha del menemismo, y los adolescentes fanáticos de Soledad.
El recital estuvo íntegramente armado para hacerles honores a las composiciones del folklorista del chaco santafecino, crecido entre el obraje hachero, que actualmente reside en Luján en un gran casco de estancia llamado Plumas Verdes. Su energía todavía hoy, con 52 años de carrera y muchas noches encima parece inagotable, aunque el paso de los años se hace sentir en su voz y el cantor prefiere casi recitar a cantar en los primeros temas.
Una ovación recibe a Soledad y Guarany cuando aparecen juntos en el escenario, bajando de una gran escalera que es parte de la enorme puesta, donde no faltan el humo, pantallas con proyecciones y rayos láser. Los dos folkloristas se unen para hacer a dúo "Canta país" y "Caballo que no galopa", que Guarany introduce con una arenga demagógica que levanta a la platea mayor. La Sole mira al cantor que copa ocasionalmente la parada, y ella misma le dice: "Dale, Horacio, es todo tuyo", dejándole el terreno libre para que cuente su historia. Después de interpretar el clásico "Si se calla el cantor", la frase de Soledad se hace patente y todo de ahí en adelante sirve de excusa para un tributo en vida a las canciones de Horacio Guarany.
Con un impecable traje blanco, rodeado por siete músicos vestidos sobriamente de negro, el espectáculo recorre la historia del cantor que cuenta con un largo monólogo que casi no le deja aliento para hacer "Recital a la infancia", "La litoraleña" y "Peón boliche". "Me vine a triunfar a Buenos Aires, pero estuve siete años muriéndome de hambre, de ahí salió esta canción", grita Guarany.
El recital se alterna entre las apariciones de Soledad, los tramos que canta Guarany, los dúos ocasionales y el espacio para Natalia, que se suma a la noche para formar un trío especial en "A Don Ata", con revoleo de poncho, crispación de guitarras a toda velocidad, público en llamas, como postal de un encuentro que dura varias horas y que deja una lista frondosa de temas: "Amar amando", "Piel morena", "Jacinto Piedra" o "Recital de la paz", de un tiempo cuando era un cantor de protesta creíble. Soledad, su hija dilecta, tendrá que aprender de su maestro a no cometer los mismos errores.
Gabriel Plaza (La Nacion, Domingo 27 de Octubre de 2002)
Acordate de repasar los anteriores "Recuerdos":
Parte I
Parte II
Parte III
Parte IV
Parte V
Parte Final

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