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lunes, octubre 02, 2006

Un buen Momento para el recuerdo! (Parte I)


MARIANO del MAZO (Clarin 20 de junio de 1997)
SOLEDAD Y EL NUEVO FENOMENO DEL FOLCLORE
"Me gustaría tener una vida más normal" Con sólo 16 años, fue Consagraciónen Cosquín, llena estadios en todo el país y ya lleva vendidas 125 mil copias desu álbum debut. En Arequito, Santa Fe, habló con Clarín de su éxito. Y de suvida.CONTRASTE. Soledad Pastorutti en la paz del campo. Cuando se sube alescenario se convierte en un verdadero huracán folclórico.La chica sedespierta, muchas mañanas, llorando porque no es una chica normal. La chica,muchas tardes, se planta frente al espejo, pone un disco de Luis Miguel y baila,gesticula y canta boleros. La chica se llama Soledad Pastorutti y, cansadamente,aprieta una tecla play. El casete del contestador automático empieza a girar:Hola, me llamo Néstor Marcelo Dranqui. Te acabo de mandar una carta. Te amo. SoyMariano Reanluri, de Mendoza. Sole: necesito hablar con vos.Iuuuju, ­por finno da ocupado! Sos divina, ¿cuándo venís por Córdoba? Soy la piba que te dio unpergamino en Cosquín. Claudia.La chica escucha e intenta identificar lasvoces. Le brillan los ojos. Pregunta, afirmando: "¿Viste? ¿No esimpresionante?". Su padre afirma, preguntando: "Ya está el matambrito. ¿Lesinteresa jugoso?".En la mesa hay lo que debe haber en estos casos: buen vinotinto, buena carne y buena variedad de ensaladas. Soledad está en la cabecera.Al lado, Natalia, su hermana, una chica inteligente y tímida. Y sus padres: OmarAlberto Pastorutti y Griselda Haydé Saccino. El tema del día es: Qué estápasando con la nena. O, en términos menos familiares, más periodísticos: Elfenómeno Soledad.De simpática e inofensiva promesa, Soledad pasó a ser untorbellino que ya vendió de su disco debut 125.000 copias. En el medio, un parde años para trajinar decenas de festivales y erigirse como Consagración deCosquín. Con un repertorio bien fogonero -Entra a mi pago sin golpear, Pilchasgauchas, A don Ata, Del norte cordobés, Alma, corazón y vida, Por las costasentrerrianas- y... ¿qué más? Soledad no tiene una gran voz y sí problemas deafinación. El fenómeno -el misterio- está en el escenario. Es cuando la chicaque tiene un cuarto lleno de osos de peluche se transforma en un tifón dechamamés, zambas y chacareras. La chica es, en vivo, una mujer. Que juega con elpúblico -lo maneja, lo excita- con los dulces y decididos modos con que habrájugado con sus muñecas. Y el poncho: todo un tema. Soledad revolea el ponchocuando lo cree necesario. Lo revolea como subida a un potro corcoveante. ComoPatoruzú domando a Pampero. Como zapateando en el aire. La gente enloquece.Esoocurrirá algunas horas más tarde, en Rosario. Pero ahora es Arequito, paz desilos y campos de soja, bicicletas surcando las calles vacías, caballos, perros,hombres y mujeres mateando, conversando, barriendo veredas. Soledad camina poresas calles y no puede parar de saludar. Chicos de ocho, diez, trece años lasiguen con la mirada. Como aquella famosa frase de un personaje de OsvaldoSoriano ("a mí nunca me interesó la política; siempre fui peronista"), dicen,los chicos, coincidentes: "No nos gusta el folclore. Nos gusta Soledad".Soledad,¿qué está pasando? No sé. Creo que pasa por mi personalidad. Es más allá de cómocante y de la música que haga. Igual, trato de perfeccionarme. De cuidar losarreglos musicales e intentar cantar cada vez mejor.¿Cómo te considerás comocantante? No es una voz armada. Es mi voz... qué sé yo. Es una voz quetransmite. A veces, mi viejo me pone el disco y le digo: "Por favor, papá. Sacáeso. Poné a Serrat". No me engaño. Quiero ser exigente conmigo misma.¿De dóndeviene tu amor hacia el folclore? De mi papá. El es un loco del folclore. Serecita de memoria el Martín Fierro.¿Y vos? Me gusta, me gusta. Estoy leyendocosas, escuchando. Ojo, también me gustan otras cosas. Como la músicamelódica.¿Creés que va a durar todo esto? Estoy trabajando para que así sea. (Hoy a 10 años esta frase tiene m ucho valor)Este es un buen momento, y la gente me apoya. Pero a veces me angustio y piensoque me gustaría hacer una vida normal, tener novio y dedicarme, por ejemplo, aenseñar historia. Me gustaría ser profesora de historia. Pero ahora no puedo.Canto todos los fines de semana. Ya tengo fechas para cantar de aquí hasta1998.A los 16, Soledad Pastorutti -que artísticamente es sólo Soledad, ypueblerinamente la Sole- tiene preocupaciones que la inquietan más que lasfatigadas críticas y polémicas que rodean al folclore. Por ejemplo, "algunosgranitos en la cara y mis dientes. Los odio". De pelo lacio y mirada buena, suestampa no desentonaría en el marco de la histeria de un concierto de EnriqueIglesias. Pero está en Arequito, en su casa, mostrando una caja llena de cartas-miles- de todo el país, tomando un café con leche con facturas con su madre ypreparándose para el show de Rosario. Una cachorrita siberiana se muere de caloren el parquet y juega con una carta caída. En las paredes del living, dospósters de Panchito Guerrero están denunciando algo. "Sí, que lo amo", dice la hermanita Natalia, de 14. Y acota: "¿Sabés lo que dijo Orteguita cuando lovendieron al Valencia? Que entre las cosas que se llevaba de la Argentinallevaba el disco de la Sole". Natalia habla con orgullo de su hermana mayor.Dice -y se nota- que no tiene celos. Si no fuera por su perfil más que bajo,compartiría simétricamente el fenómeno: Natalia canta un par de temas conSoledad, lo hace bien, y tiene carisma. "Pero no. Estoy bien así. Quieroterminar el secundario", se planta.Cae la tarde en Arequito y talla el frío.Soledad y Natalia se van uniformando para la actuación de Rosario. Pilchasgauchas: bombachas paisanas oscuras, zapatitos, camisa y sombrero. Ah, y poncho.Los pantalones de Soledad tienen un detalle: una bandera argentina bordada a laaltura del muslo. "Amo a mi país. Me molesta los que se ponen prendas conbanderas extranjeras. Ojo, no es que piense que hay que cerrarse, y escucharsólo música argentina. No sé, a veces pienso en Malvinas..." Te gustaría serprofesora de historia... ¿Te interesa la política? No, para nada. No veonoticieros, me deprimen. Del diario sólo leo espectáculos y los chistes. Perotengo fe y creo que no está tan mal el país. Ojo: estamos para la miércoles enmuchos aspectos pero hay países que están peor. Bah, no sé. Sale nuevamente a lacalle y se choca con una bandada de amigas del colegio. Ponen rumbo hacia laEscuela de Enseñanza Media Nø 219 y en el patio las blancas palomitas sondemonios. Hay algunas profesoras por ahí. Adriana Coniglio de Lombardi estáapoyada en una antigua columna del antiguo colegio. Es profesora de matemáticasy física. Dice: "Buenas las dos. Tanto Natalia como Soledad son muyresponsables. Fueron abanderadas y todo... ¿Cuándo va a salir la nota?".Ahorasí, noche. En lo de los Pastorutti la estufa es el epicentro de la casa. Hayaprontes para partir a Rosario. Natalia se apura para terminar unos deberes. Latele está encendida. El contestador se sigue llenando de mensajes. En la calle,una combi le ruge al frío. Alguien dice, porteñamente: Arriba los que van aDevoto.En el viaje a Rosario -70 kilómetros-, Soledad, Natalia y una amiga ríen,cantan La ventanita, cuentan chistes de cándida procacidad y hablan de novios,amigovios o quién sabe qué.Después, el Parque Independencia. Increíbles cincomil jóvenes, un jueves a las once de la noche, con siete grados.Suena la primeraguitarra, y aparece Soledad. El huracán de Arequito, el folclore caliente, lalocura, el poncho al viento.El misterio que comienza a develarse.

Soledad, los folcloristas, el público.

Que surja una chica que sin grandes cualidades aparentes barra con todo, provoca escozor. Y más en el folclore, un terreno muchas veces abonado por la queja y por cierta paranoia respecto de los medios y de la música extranjera. Soledad apareció con su propuesta fresca y con un conocimiento claro de sus -serias- limitaciones vocales. Antes de que se convirtiera en un fenómeno de ventas, fue un fenómeno festivalero. Y levantó, claro, polémica a su alrededor. "Yo escucho a todos. Tengo mucho que aprender. En algún momento leí alguna crítica de Mercedes Sosa. Eso no va a cambiar lo que yo pienso de ella. Es una gran cantante, y siempre la voy a respetar." La Negra había dicho, entre otras cosas, que el folclore no se renueva revoleando ponchos.Especie de Guarany con polleras, fue justamente el Potro quien la avaló con un texto que se publicó en el disco Poncho al viento. También César Isella, en cuya peña de Cosquín Soledad cantó y comenzó a afirmar su romance con el público. Otros artistas que apuestan a la santafesina son Los Nocheros y, especialmente, Cuti y Roberto Carabajal. "Yo agradezco a la gente que me quiere. Sé que cantar folclore no es sencillo, y que puede ser una carga pesada. A mí me gusta Yupanqui, es más, leí El payador perseguido. Pero también me parece que es bueno que la gente baile y se entusiasme con un recital. Que no sea todo sobrio y solemne. Es algo así como recupar la alegría", dice. Y reflexiona: "Yo no pedí todo esto. Existo porque la gente me apoya. El día que no venga nadie a escucharme, no hay drama. Me casaré, tendré hijos y cantaré para mis amigos o para quien me quiera escuchar".Por ahora, son muchos. Y la pasión que ponen en esta niña de rostro virginal representa casi como una beatlemanía folclórica. Se vio en Rosario: señoras llorando, chicos pidiéndole que se cuide, mucha histeria, cartas de amor y algunas hasta sugiriendo que ella fue la causante de "un milagro".

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