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domingo, octubre 21, 2007

Soledad en la multitud, con alma, corazón y vida

Unas diez mil personas aclamaron ayer a la santafesina.


Unas diez mil personas la aclamaron otra vez en Bahía. Ya no es la chica del poncho revoleado, pero la señora de flamantes 27 años (los cumplió el 12 de este mes) confirma el vigor de su canto folklórico.
Si bien han transcurrido casi diez años desde que aquella chispeante adolescente nos visitó por primera vez, Soledad Pastorutti plasmó su actuación en la tarde-noche de la víspera con los mismos ingredientes de entonces: entrega, entusiasmo y espontaneidad. En su actual realidad, la ahora señora de Arequito exhibe su rasgo más fuerte, consistente en la autenticidad de su rol artístico, lejos de cualquier acartonamiento. Sabe positivamente que ella es un "bien" argentino del canto y que su rol está grabado ya en la preferencia de su público como una marca registrada de tipo y forma para analizar sus recitales, esencialmente si se apoyan en el folklore.
En otro capítulo del programa "Bahía vive", durante una hora y media, ayer desplegó en el Parque de Mayo todos sus recursos estilísticos, aprovechando la buena disposición de un escenario abierto y de ingreso masivo (acertada inquietud de la municipalidad). Temas de sus últimos compactos se alternaron con los clásicos y otros legendarios, por caso "La vieja o Entre a mi pago sin golpear , en los cuales la Sole ventiló su autoexigencia para acompañar el dinámico ritmo con los movimientos de su cuerpo. Como siempre, despertó el diálogo con el público alternando ocurrencias magnificadas con sus acostumbrados gestos y ni hablar de las corridas o saltos, ya no tan frecuentes como cuando tenía 17 años, pero aún notables.
Apoyada en su equipo de siete músicos --entre ellos los "históricos" Laucha Calcaterra, Beto Arauco y Silvi López, estupendo en el bombo legüero-- la cantante interpretó el conocido vals Que nadie sepa mi sufrir , la chacarera Déjame que me vaya y hasta le dedicó a un señor que llegó de Sierra de la Ventana el tango de Cacho Castaña Garganta con arena. Luego subió al escenario su hermana Natalia y entre ambas alternaron zambas tradicionales (La López Pereyra , Agitando pañuelos y De mi madre ), y cuando perfilaban la parte final surgieron creaciones conocidas, caso Alma, corazón y vida, Todos juntos y hasta aquel caballito de batalla que Soledad impuso en todos lados: A Don Ata.
Simple, simpática, segura y con el control escénico que hace a sus actuaciones, la joven artista mantiene la tan agradable forma de conducirse ante la gente, acopiando el afecto mayúsculo que de ese público recibe. El tiempo acomodó la trayectoria de Soledad Pastorutti, ordenando su rumbo artístico hasta esta realidad en la que reparte su talento con otras expresiones (cine o TV). De todos modos, su contacto más fuerte con los argentinos se plasma con el canto en vivo y en directo.

ROBERTO OÑA


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