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martes, enero 02, 2007

"Memorias de un Fronterizo" ¿?

MUSICA : ENTREVISTA

César Isella: "No soy un tipo fácil"

Está celebrando los 50 años con la música. Y habla de todo: de su pasado, de política y de sus colegas. Se refiere duramente a Soledad ("sin mí todavía andaría con el poncho con olor a choripán") y es lapidario con Mercedes Sosa.



Falta la tercera etapa: Soledad. Usted dijo que con Los Fronterizos no tenía una visión comercial del tema. Y que apadrinó a mucha gente por amor al arte, pero con ella...Te puedo nombrar a un montón de artistas que apoyé ad honorem, excepto Soledad. Eso lo hice en función del pedido de la familia. Mirá, en 1994 Cosquín era un sello de goma: no iban ni los organizadores. En 1995 un núcleo de gente (Landriscina, Juan Carlos Saravia y otros) fuimos a poner el hombro para que se revirtiera esa situación. La municipalidad me dio a mí la peña oficial, y yo sólo puse como condición que priorizáramos a los jóvenes. Por ahí pasaron Luciano Pereyra, Los Tekis, Soledad... Cuando apareció la revoleadora de ponchos fue un escándalo: se alborotó todo Cosquín. En 1996 la subí al escenario principal, y cuando vuelvo a Buenos Aires el padre de Soledad me dice "Por favor, Don Isella, venga, lo estamos esperando que nos están llamando de todas las grabadoras". No era mi oficio el de productor. Yo era secretario de Sadaic, cargo que me sacó mi vida de compositor e intérprete. Y lo de Soledad fue oxígeno para Cosquín. Bah, fue un despelote.¿Tuvo consecuencias esa revolución?Sí, y buenísimas, tanto para los históricos como para los nuevos. Cuando ella apareció, Los Nocheros venían trabajando desde hacía mucho tiempo, pero a partir de ahí despegaron. Y veteranos como Los Chalchaleros, por ejemplo, empezaron a laburar como en los mejores tiempos, porque lo folclórico se había agitado nuevamente: las familias llevaban a sus nenitos porque querían ver a Soledad, y a los abuelos porque querían ver a Los Chalchaleros. Los festivales y la producción discográfica se incrementaron de modo espectacular.¿Eso persistió en el tiempo?Sí, fijate lo que es hoy el Chaqueño Palavecino. Y no sólo se llena Cosquín, sino muchos festivales. El folclore tiene la magia participativa de la peñita, el asadito, lo humilde. No es la jarana del rock. El Cosquín Rock me parece nefasto: le afanaron el nombre a Cosquín para hacer un festival donde se les canta el tujes. ¿Entonces habría que decir que el renacer del folclore ocurrió gracias a usted?No diría eso. Aunque me arrogo un papel muy importante: no quiero caer en la falsa modestia. Si Soledad no hubiera recurrido a mi experiencia de más de 40 años en esto, todavía andaría con el poncho con olor a choripán. Soledad no era nadie cuando la conocí. Yo la traje a Buenos Aires y la llevé con los mejores para que la prepararan: Susana Naidich, Aníbal Pachano, médicos... Entre 1997 y 1998 hizo casi 30 funciones en el Gran Rex, porque yo hice un estudio sobre lo que pasaba con Soledad en Buenos Aires. Y vendió millones de discos. Y eso que era una changuita a la que todo el mundo se le tiró en contra, porque gritaba, revoleaba el poncho... Y ahora a esos artistas los veo comiendo empanadas con ella. Soledad es una gran artista y tiene una larga vida por delante, como la que tuvo Mercedes Sosa.Justamente, en ese período usted se peleó con Mercedes Sosa. Y después con Soledad. ¿No lo desprestigiaron esas polémicas?A Mercedes Sosa la respeto como cantante, pero está enojada con la vida y es muy intolerante: tiene una actitud stalinista y acaparadora. La gente que trabaja con ella dice que es un infierno; yo ese infierno lo conozco, porque también trabajé con ella. Cuando uno no puede formar una bella familia, como la tengo yo, se enoja con el mundo. Y Soledad no terminó el contrato conmigo y no tuve otra alternativa que iniciar un juicio. Pero es un asunto del pasado.¿No quedó mal parado en el ambiente musical con todo esto?Esta es una sociedad enferma: acá nadie perdona al que le va mal, y al que le va bien tampoco. El problema fue que yo primero fui gaucho, después comunista y luego un capitalista con suerte. Vieron que con Soledad nos fue fantástico, que firmamos contratos exclusivos, filmamos películas, vendimos millones de discos, y dijeron ¿cómo a este le va a ir tan bien?. Pero yo no pudo perder tiempo explicando qué clase de tipo soy, si me quedé con la plata de éste o de aquél... Tengo defectos a patadas, no soy un tipo fácil. Pero si llevo 50 años con esta vitalidad creativa, no debo ser ningún hijo de puta. ¿O no?

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