El sabor de la madurez
La cantante de Arequito lanza "Folklore", un trabajo que siente propio y con el que quiere marcar un antes y un después en su carrera.
“El que no se va nunca regresa”, aclara Soledad al comenzar la charla. Sería ocioso distinguir si se refiere a su actividad musical, después de la pausa producida por su casamiento, o al folklore, género que si se revisa la discografía de la cantante de Arequito últimamente no gozó de exclusividad en su repertorio. Son detalles. Esta advertencia de ‘no regreso’ en realidad revela a una Soledad enérgica, que a medida que la charla avanza se muestra segura de sí, dispuesta a defender con criterio su nuevo disco –el décimo en su carrera–, que justamente lleva por título Folklore. En coincidencia con el lanzamiento nacional del nuevo trabajo editado por Sony-BMG, Soledad conversó con La Voz del Interior. “Éste es un disco importante, refleja otro momento de mi carrera, otra forma de pararme en el escenario”, asegura.
Folklore incluye 14 temas, en su mayoría clásicos del cancionero argentino. La producción y la dirección musical estuvieron a cargo de Matías Zapata, que apela a un sonido discreto y acústico, con el guitarrista Jorge Giuliano y el acordeonista Juanjo Castelli entre sus pilares expresivos.
En ese tono, temas ya transitados como La vieja, la trunca de los hermanos Díaz y Mazzanti; Zamba por vos, de Alfredo Zitarrosa; Del tiempo de mi niñez, la chacarera de Coco Díaz; Cuando llegue el alba, de Abel Figueroa y Waldo Belloso, La litoraleña, de Horacio Guarany, se suman al vals peruano Fina estampa –tal vez lo mejor interpretado del disco– ; el chamamé canción Río rebelde, de Ramón Ayala, Cholo Aguirre y Samuel Claus, una versión en rasguido doble de Piensa en mí, el tema que Luz Casal canta en la película Tacones lejanos, de Pedro Almodóvar; la mejicana Luz de luna, de Carrillo Alarcón, y Escucha tu corazón, de Marcela Morelo, entre otros.
“Quería hacer un disco, por eso en los últimos tiempos me dediqué a pensarlo y dejé de lado todo lo otro”, explica Soledad. “Inclusive el año pasado me propusieron hacer High School Musical, pero la idea era poner todas las energía en el disco, que de todas maneras no sabía muy bien qué dirección tomaría”.
–¿Cómo empezaste a decidir?
–La compañía me puso a Matías Zapata como productor y empezamos haciendo demos de las canciones que podían ir. Hicimos como 50, con un poco de todo. Cuando entendimos que la cosa iba por el lado del folklore, pedí que el ingeniero de grabación fuera “el Portugués” Da Silva, que grabó discos de Mercedes Sosa y es un viejo lobo. Estuve en todo el proceso de grabación, hasta cuando se grababan los instrumentos; seguí con atención cada paso y opiné mucho. Por eso siento que este disco me identifica, tiene mucho de mí.
–¿Cómo bajaste de los 50 demos a los temas del disco?
–Me gusta cantar de todo, pero después de hacer un tema muchas veces me doy cuenta de lo que me queda mejor, lo que es realmente mío. Hubo otras canciones con las que no pasó nada y quedaron de lado. De todas maneras probamos mucho, cambiamos muchas veces la velocidad, la tonalidad y hasta el ritmo de cada tema. Este es un disco para escuchar con atención. Estoy muy feliz con los resultados. Es un disco entero, en el que todas las regiones del país están representadas.
–¿Y el título cómo salió?
–Pensamos mucho en el título, hasta que nos dimos cuenta de que ya estaba puesto. La instrumentación es bien folklórica, no hay batería y las guitarras van al frente.
–¿Volvés a escuchar tus discos anteriores?
–Hacer este disco fue una búsqueda que también hizo que tuviera que verme desde afuera, por eso tuve que escuchar mis trabajos anteriores.
–¿Qué sentiste al escucharlos?
–Que si bien aún tengo mucho por mejorar, logré crecer.
–¿En qué sentido?
–Yo tuve que crecer delante del público, sin parar de ser Soledad. Ahora, cuando elijo un tema, me informo sobre su historia, sus autores, lo abordo de otra manera. En los primeros discos mi papá elegía el repertorio, y yo mucho no podía hacer.
–¿Creés que conocer lo que cantás te da más posibilidades de disfrutarlo?
–Lo más lindo que tiene el folklore es eso.
Entre a mi campo sin golpear. La charla continúa y Soledad habla de la vorágine que muchas veces envolvió su vida, de lo repentino e intenso de su celebridad en los escenarios del folklore y más allá; pero asegura que se siente más madura, ya tiene otra edad, “y aquel público también”.
–¿No tenés miedo de que cierto sector de tu público no se banque esta madurez de la que hablás y añore aquella Soledad que revoleaba el poncho y corría por el escenario de un lado para el otro?
–Uno tiene que ser coherente; hay cosas que están en mi forma de ser y no voy a cambiar. Llega un punto en que la edad y la experiencia te van marcando lo que tenés que hacer. Yo me adapto a la edad, pero tengo mis matices y puedo cantar en una banqueta o caminar el escenario. El público me banca un montón de cosas, sabe que en ningún lugar estoy mejor que en el escenario.
Soledad cuenta que su vida de casada va muy bien, que de a poco se acomoda a los cambios. “Nunca antes había vivido sola, sin mi familia”, aclara. También cuenta que no pierde el contacto con su lugar natal, donde además tiene campos, y dice que su sentimiento está con “los gringos, que son laburantes”, aun si no está de acuerdo con los cortes de ruta. “Con Jere volvemos continuamente a Arequito –explica–, estamos haciendo nuestra casa allá. Si me hubiese casado con un chico de Buenos Aires, no podría mantener la relación que tengo con mi lugar, que es donde está mi esencia. Soy consciente de que en estos años de carrera he sido varias Sole, cada una con su circunstancia, pero queda claro que la esencia no se mueve.
–¿Cuántos discos pensás vender?
–Es difícil decirlo, no son épocas fáciles para vender discos. No te voy a negar que me gusta vender discos, que me gusta que la gente vaya a mis espectáculos, que me gusta que me aplaudan. Pero lo más importante para mí, ahora, es que este disco es una nueva etapa en mi carrera, marcará un antes y un después.
–¿Por qué?
–Porque la madurez me permite cantar folklore con otro sabor.
–¿No tenés miedo de que casada, llegando a los 30 y hablando de madurez, piensen que estás sentando cabeza?
–Es difícil que siente cabeza. Más pasa el tiempo y menos me preocupa la edad. Hay una parte de mí que sigue siendo niña, que es la que se asombra continuamente. Estoy muy segura y eso no me pasa seguido.
–¿Han pensado una gira para mostrar este disco?
–No haremos giras puntuales. Creo que el mejor escenario para mostrar este disco serán los festivales. No veo las horas de volver al escenario.
LAVOZ
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