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domingo, septiembre 23, 2007

CRITICAS A LA EDAD DEL SOL (1999)

Sólo para fanáticos de Soledad

"La edad del sol", producción nacional (1999) en colores, presentada por Líder Films. Hablada en español. Guión: Luisa Irene Ickowicz. Fotografía: Willi Behnisch. Música: César y Fernando Isella y Daniel Goldberg. Intérpretes: Soledad Pastorutti, Ezequiel Abeijón, Celeste García Satur, Ezequiel Rodríguez, Karina Dali y otros. Dirección: Ariel Piluso. Duración: 90 minutos. Calificación: apta para todo público. Nuestra opinión: buena.

Soledad Pastorutti, simplemente la Sole, para sus numerosos y fieles seguidores, llegó a la pantalla grande. Como era de suponer, luego de una carrera meteórica y exitosa, esta muchacha de Arequito debía, como muchos de sus jóvenes colegas canoros, insertarse en un medio popular que le permitiese dar rienda suelta a su voz y poner en evidencia su poder de convocatoria que parte de su naturalidad y de su simpatía. La historia de "La edad del sol" es sumamente trivial y previsible. Ella, ya famosa, renuncia a una gira artística por España para acompañar a sus compañeros de escuela en un viaje de egresados. El destino será Bariloche, donde los chicos y las chicas acamparán al aire libre y se encontrarán con otra delegación estudiantil proveniente de San Isidro, con la que al principio tienen muchas diferencias, pero luego demostrarán que ambos grupos son superados por el cariño, la amistad y algún romance no muy atrevido. Por el medio de estas aventuritas juveniles se inserta una pretendidamente humorística y disparatada trama policial, más los sofocones de Soledad al descubrir que periodistas y admiradores le quitarán la tranquilidad de esos días de contacto con la naturaleza. Todas las convenciones El relato adolece de todas las convenciones imaginables y no resiste el menor análisis serio. El film demuestra, además, la premura con que fue realizado y obliga al debutante director Ariel Piluso a apelar, desde el principio al fin, a mantener en pantalla a Soledad, que dialoga con cierta soltura y hasta se dirige en primer plano al espectador para explicar lo que, a simple vista, no necesita explicación. El valor del canto Pero todo nudo argumental que esté, como aquí, a disposición de una figura de la canción no tiene mayor importancia para los seguidores del ídolo en cuestión. Lo importante es que, en este caso, Soledad cante. Y lo hace a través de ocho temas -entre ellos, el cálido "Canción de las simples cosas"-, y suma el buen criterio de no revolear el poncho ni de pretender dar más que su ingenuidad y su sonrisa de chica mimosa. El resto del elenco no aporta nombres conocidos (en realidad, no los necesita) y los rubros técnicos tratan de equilibrar la balanza entre una Soledad esmeradamente fotografiada y algunas desprolijidades de montaje. En realidad, no hay que aguzar la lupa ni intelectualizar la visión cuando se trata nada más que de mostrar a la exitosa Soledad entre montañas escarpadas y situaciones que apuntan al entretenimiento. En definitiva, los seguidores de la Sole agradecerán este film. Lo que no es poco.

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