Hacia un cambio de rutina
Antes de los
shows que dará en el Gran Rex, pone sus diez años de carrera en la balanza y
habla del descanso que se tomará después de casarse, en abril del año próximo
El encuentro con Soledad Pastorutti es en un tranquilo bar de
Palermo, más o menos alejado de las miradas indiscretas de los fans que se hacen
notar cuando la cantante está por salir a escena con algo importante. En este
caso, se trata de las últimas presentaciones que dará en Buenos Aires con su
espectáculo 10 años de Soledad -con el que festeja su primera década de carrera-
antes de la gira veraniega por el interior del país, de su casamiento, en abril
de 2007, y de una pausa para descansar, cortar y dar de nuevo en esta historia
que comenzó cuando era una adolescente que revoleaba el poncho en los festivales
de folklore y que hasta ahora casi no tuvo interrupciones. Por ahora, no hay
fans a la vista. "Pero ojo que no hay tantas cosas que me disgusten de ellos",
aclara. "Me molesta que me sigan al baño [dice, y se ríe]. Cuando hacen guardia
en mi casa, me siento muy vigilada. Algunos saben que me molesta; por eso ahora
me respetan." Nada es exacto en la vida de Soledad, aunque últimamente, cuando
no anda de show en show, trata de pasar los fines de semana en Arequito y el
resto de los días en Buenos Aires. "Intento llevar una vida rutinaria. Clases de
guitarra y de canto; ir al gimnasio. Trato de coordinar los horarios con mi
hermana, que es con quien vivo." -¿El casamiento tiene que ver con esa vida
rutinaria? -Tiene que ver con que mi noviazgo fue muy tradicional. Nunca fui una
chica que se fue de vacaciones con el novio. A mi familia no le gusta. Con Jere
[Jeremías, el novio en cuestión y road manager de sus shows] siempre fuimos
respetuosos de esa manera de pensar. Ahora tenemos ganas de tener un poco más de
libertad como pareja, convivir, ver qué pasa con el resto. Se dio que fuera en
abril. Además, mis viejos se casaron un 21 de ese mes y como ese día en 2007 cae
sábado, esa sería la fecha. La decisión de parar [con la actividad musical],
aunque me sienta en el mejor momento de mi carrera, sirve para pensar bien los
próximos proyectos. Tiene que ver con que mi familia y mis amigos, sin grandes
quejas, demandaron tiempo de mí y yo nunca se lo brindé. Era el cumpleaños de
alguien y yo tenía que cantar. Hasta me pasó con la graduación de mi hermana
[Natalia]. Se vendían los shows y dale que va. Uno tenía miedo de decir que no
[a quienes la querían contratar para cantar] y de no saber cuánto iba a durar
todo eso. -Tu carrera fue, en un principio, un proyecto familiar. ¿Qué cosas
hicieron tus padres y qué otras sentís que todavía no? -Lo que hicieron fue
protegerme, bien o mal. Un padre puede equivocarse, pero nunca con mala
intención. Siempre el amor va primero. En cuanto a lo que no hicieron, diría que
no me sobreprotegieron ni me asfixiaron. Tené en cuenta que los cuidados son
mayores con una persona que es pública. Natalia hizo una vida más tranquila. A
mí me costó ser la "Sole" y poder ir a un boliche. -Pero tu exposición es parte
de una decisión. La noticia de tu casamiento fue muy promocionada. Pudiste haber
elegido un perfil más bajo. -Sí, totalmente. Pero lo tuve que contar a la
fuerza. Se sabía en Arequito hasta que me llamaron de los medios. Me da bronca
que se hable más de mi casamiento que de los shows, pero eso no lo puedo evitar.
Tampoco voy a poder evitar después del casamiento la pregunta de la familia:
"¿Para cuándo los chicos?". En un punto, es normal y hasta lindo sentir que la
gente se preocupa por la vida del otro, siempre que no sea una invasión. Y el
público siempre se portó bien. Siempre fui la nena mimada. -¿No dejaste de ser
la nena? -No. O creo que no. Es como el caso de Guillermo Fernández: siguen
llamándolo Guillermito. Yo siempre voy a ser la "Sole". -Tu carrera tiene
repertorios eclécticos, no sólo por los géneros musicales (pop, baladas o
chacareras), sino también por el lenguaje que se usa en las letras. ¿Estás
conforme con ese tipo de cancionero? -Sí. De hecho, mi espectáculo actual es en
un 70 por ciento folklórico y además tiene temas como "Adonde vayas". Creo que
vos, desde tu lugar, y yo, desde el mío, vemos esas cosas, pero la música supera
muchos obstáculos; el público no se pone a analizar tanto. La gente disfruta de
la canción localista y de la otra, de lo romántico y de lo que pasa en el campo.
Busco una coherencia, pero me cuesta porque me gusta cantar "Adonde vayas" y
"Pilchas gauchas". No creo que una cosa me salga muy mal y otra muy bien. Me
juego a hacerlo. Todavía soy una artista en desarrollo. Sigo construyendo a
Soledad. -¿Diste pasos en falso? -Seguramente. Pero hay cosas como el disco
producido por Emilio Estefan que no siento como un paso en falso. Creo que no
era el momento por inseguridades que yo tenía y que luego se agrandaron con lo
que dijo la prensa. Pero ese paso valió la pena porque todo lo anterior se me
hizo más fácil. Fijate que del disco Adonde vayas hablaron bien. Y ése es casi
tan zarpado como el disco con Estefan. El problema de aquél fue, justamente,
Estefan. Para muchos argentinos que mezclan la música con la política no es una
figura simpática. Para mí fue una buena oportunidad. Después de eso, muchos
artistas se fueron a grabar afuera. Y está bueno que lo hagan. Es raro encontrar
el punto de equilibrio entre cuánto nos tenemos que cerrar y cuánto nos tenemos
que abrir; cuándo está bien y cuándo es casi prostitución. Me cuesta bastante
entender eso. -¿Por qué es necesario demostrar la argentinidad a través de los
colores patrios en una camiseta, en el arte de tapa de un disco o en escena?
-Cuando empecé con esto, era una época muy diferente. Los argentinos nos
avergonzábamos de mostrar nuestra bandera. En aquel momento, yo tenía 15 años y
no entendía nada. Me preguntaban por qué la Bandera. A algunos los remitía a
etapas tristes, a la dictadura. Yo no lo siento así; nací en el 80; no tengo esa
carga. Me enorgullece el lugar de donde vengo. Pero no hasta el punto de decir:
"Somos nosotros y no existe nadie más". Simplemente, siento que amo este país y
que no podría vivir en otro. Nada más. -¿Es necesario llevar la Bandera al
escenario? -No siempre la uso. Además, pasa que si está la bandera bordada en el
vestuario, te preguntan por qué está. Una vez, cuando todavía no tenía la ropa
nueva terminada, me preguntaban por qué no estaba. Para el Rex tengo vestuario
nuevo y no está. -¿Le tenés miedo a la pérdida de popularidad, ahora que pensás
en un descanso? -No. Con el tiempo, aprendí que es bueno salir y exponerse en
momentos en lo que uno tiene algo para decir. El resto forma parte de un vicio
que te atrapa y genera situaciones que no te van a gustar. Creo que fui bastante
pareja en ese aspecto. No es lo mismo que lo que pasaba por el 96 o el 97, por
la novedad, aunque, en los festivales, la convocatoria no cambió. Pero no te voy
a negar que si mi carrera toma un perfil mucho más bajo me va a costar. El bajón
te genera inseguridad. -¿Cuál fue tu incidencia en la escena folklórica? -A
nivel artístico, no sé si he aportado demasiado. Me parece que gente como Abel
Pintos aportó más. Conmigo se sumó un público más masivo. ¿La discusión es si
eso fue o no por la "Sole"? Yo creo que el folklore venía en alza y tuve la
suerte de estar ahí, primera en la fila en el momento en que explotó todo. No me
quito mérito: hay algo que tengo y que atrae a la gente; genero cosas diferentes
en un show según mi estado de ánimo. Pero si yo no estaba, hubiera pasado con
otro. Lo que pasa conmigo es que, a pesar de venir del folklore, no estoy
encasillada en eso. Se me abrieron muchas puertas. -La TV te abrió puertas, ¿por
qué no seguiste ese camino? -Quise seguir cuidando el tronco principal de mi
carrera, que es la cantante. Pero va a llegar el momento en que tenga que irme
por las ramas. Para alguien como yo, que no soy una persona que compone de diez
ni canta espectacular, sino que cae bien, siempre hay propuestas de ese tipo. Me
gusta todo; soy inquieta. Pero por ahora quiero cantar. Por Mauro Apicella De la
Redacción de LA NACION.
Posible boda entre "Palmeras"
Ultimas
vueltas hasta el momento de descansar del escenario
Luego de recibir el segundo premio Diamante de Capif, por las 500 mil
copias vendidas de su segundo disco, La Sole (el primero, Poncho al viento, ya
había alcanzado esa cifra), Soledad se presentará mañana, a las 21.30, y pasado
mañana, a las 20, en el teatro Gran Rex, Corrientes 857. Promete que el
repertorio de cada show será diferente y que habrá algunos invitados, aunque
hasta último momento confirmará varios nombres. Facundo Saravia, Mario Bofill,
J.A.F. y Luciano Pereyra son algunos de los que la visitarán. "Los Palmeras no
pueden venir. Me hubiera encantado. Tienen 30 años de trayectoria y son para
Santa Fe lo que la Mona Jiménez es para Córdoba. Son los Rolling Stones de Santa
Fe. Tevez fue a cantar con ellos y yo grabé para uno de sus discos. Igual, voy a
ver si para mi casamiento los llevo", cuenta entusiasmada. Hasta poco antes de
dar el sí, la futura señora Sole estará recorriendo escenarios. "Tengo trabajo
tomado hasta marzo o abril del año que viene. Después de este fin de semana, voy
al teatro El Círculo, de Rosario; ya me contrataron para conducir y cantar en el
Festival de Villa María y estoy viendo lo del Festival de Cosquín. Y como en
Chile me fue bien, estamos evaluando la posibilidad de volver." Tras el
casamiento, comenzará su año sabático, momento en que su productora iniciará el
desarrollo de la carrera de otros artistas. "Vamos a trabajar con Mauro
Guiretti, al que le fue muy bien en Cosquín este año, y con un chico que salió
de Operación Triunfo , Lucas Boschiero", adelanta.
SOLEDAD PASTORUTTI , LA SOLE, 15 AÑOS JUNTOS .
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viernes, octubre 06, 2006
La sole en La Nacion!
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