La luna de miel de Soledad y Jeremías
Fascinados, en el Coliseo de Roma. En exclusvia, en la capital italiana, la pareja le confió a CARAS el sueño de tener un hijo y le contó las anécdotas más destacadas de sus 30 días recorriendo los lugares más emblemáticos de Europa.
Como en las mejores historias románticas, protagonizadas por Cary Grant y Grace Kelly, ellos también tuvieron su final feliz. O mejor dicho, su principio. Soñaron, escribieron e interpretaron su propio cuento de príncipes y princesas aggiornado al siglo XXI. No se trató de un famoso boulevar de Hollywood. Apenas de unas familiares callecitas de Arequito, donde nacieron, se criaron y, compartiendo libros de estudio, comenzaron a conocerse. Cupido no tardó en apuntar con su certera flecha. Del resto, se encargaron “la Sole” y “el Jere”, como los habitantes del tranquilo pueblo los apoda. Hubo fiestas, asados e interminables guitarreadas que soldaron aun más los lazos entre las familias Pastorutti y Audoglio. Siete años los ayudaron a crecer, terminar de conocerse como hombre y mujer, y planear un futuro juntos, incluso en lo profesional, para que nada pudiera interponerse entre ambos. El 28 de abril cumplieron su anhelado sueño. Reunieron al pueblo en la capilla frente a la plaza, y las calles de Arequito se vistieron de fiesta para celebrar juntos su boda. Sus raíces estaban intactas. Dos días después, partieron del aeropuerto de Rosario con la meta de pasar su luna de miel en Europa.
Como regalo de los casi ochocientos invitados al casamiento, el viernes 4 de mayo Soledad Pastorutti (25) y Jeremías Audoglio (29) desembarcaron en Madrid, formando parte del grupo de turistas que emprendía su relajado periplo por el Viejo Continente. Felices y con el entusiasmo lógico de los recién casados, tomados de la mano, recorrieron las principales vías de la capital española, por las noches se fueron de copas y se arriesgaron con los picantes platos típicos de la península. Apenas cuatro días después, volvieron a partir rumbo a Sevilla, una ciudad que no dejó de cautivarlos con sus encantos. Después llegaría el turno de visitar la romántica París, el irresistible encanto de los canales de Venecia y los románticos puentecitos de Florencia. Sólo un pequeño paso por Amalfi para, finalmente, llegar a Roma, la ciudad de las siete colinas. Allí, alojados en el “Euroestars Internationale Palace”, ubicado sobre la vía Naziolale 23, volvieron a encontrarse en exclusiva con CARAS para que, una vez más, fuera testigo de la incomparable felicidad que está viviendo la pareja.
“Roma es una ciudad que se lleva todos los aplausos. Es como un museo sin techo. En cada calle, al aire libre, encontrás un monumento histórico. La estamos pasando tan bien que, en cada lugar que visitamos nos ocurre algo maravilloso, y te parece que nada lo podrá superar. Pero luego visitamos otra ciudad, y volvemos a experimentar lo mismo. Atenas también nos sorprendió con su majestuosidad. La verdad, es que estamos tan felices, que no lo podemos terminar de creer”, expresó Jeremías.
Recorrer las vías principales de “la ciudad de las siete colinas” les resultó una embriagadora experiencia. Obras maestras artísticas y arquitectóncas, ruinas clásicas, plazas e iglesias barrocas, exacerbaron sus sentidos.
—Soledad, Ud. ya conocía esta ciudad, ¿pero el hecho de visitarla como parte de su luna de miel cambió en algo sus sensaciones?—En todo. Me pareció que la recorría por primera vez. En realidad, es muy diferente venir por compromisos de trabajo que visitarla junto al hombre que amás. Y además, como dos enamorados. Si bien la conocía siempre dije que quería volver a esta ciudad. No sólo me fascinan sus construcciones, toda la historia que reside en ella, sus monumentos y lo que una estudió en el colegio viéndolo en los libros, sino me encanta su gente. Descubrí muchísimas cosas que ellos tienen en común con nosotros...
—¿Roma es la ciudad que más les gustó de Italia?—Primero pensamos que sí. Pero después nos pusimos a recordar nuestros días en Venecia y en Florencia, y no nos pusimos de acuerdo. Venecia es increíble con sus canales y sus monumentos y Florencia con el romanticismo que te transmite.
—¿Cuál fue el sitio que más los sorprendió o el más raro que visitaron?—Sin dudas, el lugar que más nos impactó fue Sevilla. Yo no conocía la ciudad y me había hecho otra imagen, por eso me pareció tan rara. Aunque también debo admitir que las islas griegas con sus casitas blancas tan típicas, nos fascinaron. Y no me puedo olvidar de Kusadazi —que significa “isla del pájaro”—, pertenece a Turquía, y es el sitio en el que se encuentra la casa donde pasó sus útlimos días la Virgen María. Durante todo el viaje nos encontramos con argentinos que se nos acercaban con demostraciones de afecto, con muy buena onda. Nos divertimos mucho en el crucero que realizamos, porque se organizó una fiesta en la que se presentaban nuevos talentos e hicimos de jurado.
—¿Se hicieron muchos regalos?—Nos regalamos noches súper románticas. Como las de dos enamorados. Nos morimos de amor en la plaza San Marcos, en Venecia, en un café donde había una orquesta que ejecutó el tema de la película “Cinema Paradiso”, que es maravilloso. Pero aclaro que sólo tomamos capuccino. Aunque sí hemos comido desenfrenadamente. Al punto que engordé tres kilos. Sólo eso por todo lo que caminé.
—¿Compraron regalos para toda la familia?—Sí. Yo apenas me compré una campera para reponer una que perdí durante una excursión. Y, por supuesto, algunos perfumes que me encantan. El resto de las compras fueron regalos para la familia. Compramos juguetes para todos los sobrinos; robots, muñecas, bichitos raros, esos de los dibujitos animados. Y en el Vaticano, arrasamos con todas las medallitas y estampitas para madres, tías y abuelas. Somos muy familieros, y no podemos dejar de cumplir con nuestros seres amados.
—Hay un tema ineludible, ¿cuándo llegará el primer hijo? —Como somos muy creyentes, decimos que el bebé llegará cuando Dios lo quiera. En principio, nosotros ya dimos el primer paso y ahora, la decisión la tiene Él. A los dos nos encantan los chicos; tenemos sobrinitos y nos volvemos locos por ellos. Así es que ahora, sólo nos resta esperar.
—¿Cómo continúa esta luna de miel?—Como ya recorrimos Europa, nos vamos a hacer un poco de playa. Nos tomaremos diez días para hacer sólo mar, sol y playa. Totalmente relajados. Tirados en la arena, sin pensar en el trabajo. A nuestros regreso, poco a poco, deberemos retomar nuestras actividades.
Gaby Balzaretti
No hay comentarios.:
Publicar un comentario