`La lluvia bendijo nuestra boda civil´
El sábado 21 el cielo de Arequito amaneció cubierto por oscuros nubarrones. Sin embargo el gris reinante no alcanzó para opacar el brillo de las diferentes tonalidades de verde que rodean el casco de la quinta de la familia Pastorutti. Todo estaba previsto para que la ceremonia, que los convertiría en marido y mujer ante la ley, se realizara al aire libre. Pero la lluvia hizo cambiar los planes de Soledad Pastorutti (26) y Jeremías Carlos Audoglio (29) y el quincho —galpón y garage alternativamente— fue transformado en el más increíble salón de bodas. Hasta ese escenario, ambientado especialmente por la empresa Dark, con paredes y techos cubiertos por telas blancas, arañas de cristal y hierro, butacones tapizados en cuero también blanco y grandes candelabros de hierro decorados con bouquetes de rosas, llegaron los novios. Ante CARAS como único testigo, desde la casa principal se trasladaron a bordo de un espectacular Volkswagen Passat, gris metalizado. La novia lució un vestido en crepê opaco, tipo Jackie, con un solo hombro y spencer también en gris, que realizó Alicia Tallei, su tía. Mientras Jeremías llevó un traje príncipe de Gales, gris claro y camisa blanca sin corbata. Ambos lucieron con calzado de Ricky Sarkany. Ante la atenta mirada de un íntimo grupo de familiares y amigos, que llegaron a las 60 personas, los novios recorrieron el pasillo hasta el improvisado estrado en el que los aguardaban el juez encargado de la ceremonia, Jorge Stajanovich, que fue asistido por el juez de San Jose de la Esquina, Jorge Trebotich. En las primeras filas se ubicaron los emocionados padres, Griselda Haydée Zachino (51) y Omar Alberto Pastorutti (52) y María Esther Avaracci (51) y Carlos Alberto Audoglio (51). También, los hermanos de los novios ocuparon su lugar privilegiado. Natalia Pastorutti (24) con su novio Andrés Manini y Constanza (21), con su hijita Alfonsina (1), Romina (29) con sus hijos Celina (2) y Mateo (10) y Carlos María Audoglio (18). Y las respectivas abuelas, Valeria (70) y Elvira (84) por parte de ella e Ida Bravi (85), por parte de él, aportaron la mayor cuota de emoción. Cada momento, cada lágrima y feliz sonrisa, fue registrada para el recuerdo de la familia por la empresa Digivisión, de Gustavio Río y fotografiada por Edgardo y Adrián Aguiar, de Rosario. Oficiaron de testigos, sus compañeros de primaria y secundaria, Ivana Grivarello, María Belén Biasizzo, Juan Pablo Rabazzoni y Ariel Dicchiara. Después de las emotivas palabras, un fuerte aplauso rompió el silencio que reinaba en el salón. Hasta hubo vivas y no faltó el tradicional arroz.
“¡Todo fue muy emocionante! Las palabras, ver a toda nuestra familia y recibir la libreta. Terminamos llorando todos. Sentimos que Dios con la lluvia bendijo nuestra boda. Entre tantas lágrimas y tanta lluvia, al final, todo era agua...”, expresó Soledad aportándole su pequeña cuota de acostumbrado humor al emotivo momento. Esgrimiendo bien alto su libreta de casamiento, por primera vez se fundieron en un interminable beso como marido y mujer. En un salón contiguo, ambientado exactamente con los mismos colores, festejaron su unión civil. Los invitados pudieron degustar un delicioso asado criollo, preparado por la empresa de catering Carlos Dezi. De entrada se sirvieron brochettes de achuras, que se acompañaron con todo tipo de ensaladas. Luego hubo diferentes carnes a las brasas y se bebió vinos de Finca El Portillo. A la hora de los dulces, no podía faltar una deliciosa torta preparada por Lucas Meneghini y Paola Britos, del Instituto Superior de Hotelería y Restaurateur de Rosario. La misma fue decorada con las iniciales de los novios y una guarda pampa. Los brindis se repitieron con vinos y champagna de la misma bodega. Como no podía faltar en una fiesta familiar de los Pastorutti, promediando la tarde, arrancó el baile, con sonido de Performance, de Gabriel Dalleva. Todo fue supervisado especialmente por el wedding planner Adrián Pavia y por Carlos Fernández Méndez, director de la empresa que gerencia los negocios de Soledad y Natalia, “Ecos de la posta”, y por amigos como Juan Carlos García, presidente de la Fundación Soledad Pastorutti y Miguel Angel Sampaoli, empresario, vecino y encargado de los asados familiares. Superado el primer sueño ante la Ley, después de 7 años de noviazgo, el sábado 28, “Sole” y “Jere” terminarán de cerrar su historia de amor, dando el “sí” ante el altar de la iglesia de su ciudad natal, Arequito.
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